Comentario
Capítulo octavo
De las piedras preciosas
Párrapho primero: de todas las piedras preciosas en general, cómo se buscan, cómo se hallan
Las piedras preciosas no se hallan así como están agora en poder de los que las tienen o que las venden. No se halla ansí hermosas y polidas y resplandecientes, mas antes se crían en unas piedras toscas, que no tienen ninguna aparencia ni hermosura, que están por essos campos, o en los pueblos las trayen de acá para allá. Y otras tales piedras muchas vezes tienen dentro de sí piedras preciosas, no grandes sino pequeñitas. Algunas las tienen en el medio, otras en las orillas o en los costados. Hay personas que conocen dónde se crían las piedras preciosas, y es que cualquier piedra preciosa, dondequiera que está, y está echando de sí vapor o exhalación como un humo delicado. Y esto humo se paresce cuando quiere el sol salir o a la salida del sol. Y a los que las buscan y conocen esto, pónense en lugar conveniente cuando quiere salir el sol y miran hazia a donde sale el sol, y donde ven salir un humito delicado luego conocen que allí hay piedra preciosa, o que ha nacido allí, o que ha sido escondida allí. Y van luego aquel lugar, y si hallan alguna piedra de donde salía aquel humito, entiende que dentro de ella está alguna piedra preciosa, y quiébranla para buscarla. Y si no hay piedra donde sale aquel humito, cavan en la tierra y hallan alguna caxa de piedra donde están algunas piedras preciosas escondidas, o por ventura está en la misma tierra perdida o ascondida. También hay otra señal donde se crían piedras preciosas, especialmente las que se llaman chalchihuites. En el lugar donde se crían, yerva que esta allí nacida está siempre verde. Y es porque estas piedras siempre echan de sí una exhalación fresca y húmeda, y donde esto está, cavan y hallan las piedras en que se crían estos chalchihuites.
Las turquesas hállanse en minas. Hay minas donde las cavan y sacan, unas mejores que otras, unas que son claras y otras que son finas, unas que son trasparentes y otras que no lo son. También hay minas donde se halla un ámbar fino y el cristal o veril, y también las piedras de navajas, y también xaspe, y también las piedras donde se hazen los espejos; también unas negras que son como açavache, y también las piedras de sangre. Todas éstas se hazen en los montes y las cavan como minas. Y de estas piedras de xaspes muy preciosas hay gran cantidad en los términos del pueblo que se llama Sanctiago de Tecalco. De ellas hazen aras y otras piedras muy preciosas. Hállanse a la orilla de la mar otras preciosas, y perlas, y conchas blancas y coloradas, y otras piedras que se llaman uitzitzíltetl, que se hallan a la orilla de los ríos en la provincia de Totonacapan. Cuando los que conocen las piedras hallan alguna piedra preciosa dentro en ella, primeramente la quiebran y sacan la piedra preciosa de donde están, y luego la desbastan, y después la raspan, y después [la] lapiden para [que] resplandezcan, y después la esmeran sobre una caña maciça.
Párrapho segundo: de la esmeralda y otras piedras preciosas de su especie
Las esmeraldas se llaman quetzalitztli. Haylas en esta tierra muy buenas. Son preciosas, de mucho valor. Llámanse ansí porque quetzalli quiere dezir "pluma verde", y itztli quiere dezir "piedra de navaja", la cual es muy polida y sin mancha ninguna. Y estas dos cosas tiene la buena esmeralda, que es muy verde, no tiene mancha ninguna y muy polida y trasparente; es resplandeciente.
Hay otro género de piedras que se llaman quetzalchalchíuitl. Dízese así porque es muy verde y tiene manera de chachíuitl. Las buenas de éstas no tienen mancha ninguna, y son trasparentes y muy verdes; las que no son tales tienen raças y manchas y rayas mezclados. Lábranse estas piedras unas redondas y aguxeradas, otras largas y rollizas y aguxeradas, otras trianguladas, otras cortadas al sesgo, otras cuadradas.
Hay otras piedras que se llaman chalchihuites. Son verdes, y no trasparentes, mezcladas de blanco. Úsanlas mucho los principales, trayéndolas en las muñecas, atadas en hilo. Y aquello es señal de que es persona noble el que la trayen; a los macehuales no era lícito traella.
Hay otras piedras que se llama xíuitl; éstas son turquesas bajas. Estas turquesas son he[n]didas y manchadas; no son recias. Algunas de ellas son cuadradas y otras de otras figuras. Labran con ellas de mosaico, haziendo cruzes o imágines, y otras pieças.
Párrapho tercero: de las turquesas finas y otras piedras preciosas
Teuxíuitl quire dezir "turquesa de los dioses", la cual a ninguno era lícito tenerla o usarla, sino que havía de estar o ofrecida o aplicada a los dioses. Es turquesa fina y sin ninguna mácula y muy lucia. Son raras estas piedras y preciosas. Tráenlas de lexos, algunas de éstas, y redondas; y llámanse xiuhtomoli; son como una avellana cortada por medio. Otras hay anchuelas y llanas. Algunas de ellas son ahoyadas, como carcomidas.
Hay otro género de piedras que se llama tlapalteuxíuitl, que quiere dezir "turquesa fina colorada". Y creo que son rubíes de esta tierra. Son raras y preciosas.
Hay también perlas en esta tierra y llámanse epyollotli, que quiere dezir "coraçón de concha", porque se cría en la concha de la ostia o ostra. Las perlas son bien conocidas de todos.
El cristal de esta tierra se llama teuílotl. Es piedra que se halla en minas en las montañas. También entre éstas se crían las amatistas, que son piedras moradas, claras.
El ámbar de esta tierra se llama apoçonalli. Dícese de esta manera porque el ámbar de esta tierra, o estas piedras ansí llamadas, son semejantes a las campanillas o empollas del agua cuando, las da el sol en saliendo, que parece que son amarillas claras, como oro. Estas piedras hállanse en mineros en las montañas. Hay tres maneras de estas piedras. La una manera de ellas se llama ámbar amarillo. Estas parecen que tienen dentro de sí una centella de fuego. Son muy hermosas. La segunda manera se llama quetzalapoçonalli. Dícese de esta manera porque son amarillas con una mezcla de verde claro. La tercera se llama iztacapoçonalli. Dízese assí porque son amarillas blanquecinas. No son trasparentes, ni son preciosas.
Hay una piedra en esta tierra que se llama quetzalitzepyollotli, que parece que tiene muchas colores, y varíanse conforme de donde le da la claridad. Es preciosa por razón de la variedad de sus colores con la luz.
Hay otra piedra en esta tierra que se llama tlilayótic. Es de género de los chalchihuites. Tiene mezcla de negro y verde.
Párrapho cuarto: del jaspe y otras piedras de su especie
Allende de las piedras arriba dichas, hay también piedras jaspes de muchas maneras y de muchas colores. Una de ellas se llama iztacchalchíuitl. Es muy blanca, como cáscara de [huevo]. Es alabastro. Algunas de estas piedras entre lo blanco tiénelos unas vetas verdes, y por esso se llama iztacchalchíuitl. Algunas tienen unas vetas verdes o de açul claro. Tiene también otras colores entrepuestas con lo blanco, como v[e]tas pequeñas. Todas estas piedras tienen virtud contra las enfermedades.
Hay otra piedra que se llama mixtecátetl; también se llama texoxoctli; también se llama "piedra como tigre manchada". Es piedra de poco valor, pero también tiene virtud contra algún enfermedad. Tomándola en la [mano] y teniéndola un rato se siente su virtud.
Hay otras piedras en esta tierra, negras, que se, llama ítztetl. De éstas sacan las navajas. Y a las navajas sacadas de ellas se llama itztli. Con éstas rapan las cabeças y cortan cosas que no sean muy duras. Hay muchas, y grandes pieças. Cuando están en piedra son muy negras. Son muy lisas y resplandecientes. Cuando se labran y se hazen navajas son trasparentes y muy lisas, sin otra mezcla de color ninguna. Algunas de ellas son rojas, otras blanquecinas. Estas piedras creo que son esmeraldas negras por la virtud que de ellas he experimentado. Molidas como harina y echadas en llagas o heridas recientes, las sanan muy en breve y no las dexan criar materia. Molidas como se dixo, mezcladas con carne de membrillo o con cualquiera otra conserva, muy amasadas de manera que la conserva tome la arena o harina, en cantidad comida tanto como una píldora, o dos o tres, son muy provechosas contra las reumas y dan gran sonoridad a la voz; mitigan cualquiera calor interior. Esto sé por experiencia de muchos días.
Huvo antiguamente en esta tierra, y aún todavía las hay según se hallan pedaços de ellas en diversos edificios antiguos, unas piedras verdes claras que llaman toltecaitztli. Son preciosas, y pienso mas virtuosas que las de arriba.
Hay otras piedras de este género que se llama matlalitztli. Son açules oscuras, y otras claras, otras muy açules. Son preciosas. Lábranse como las de las navajas. Son raras, y pienso de más virtud que las arriba dichas.
Hay en esta tierra unas piedras que son del género de las arriba dichas, las cuales se llaman xiuhmatlalitztli, y según la relaci[ón] de la letra es zafiro. Dize que es piedra muy preciosa, más que todas las piedras, y dize que es como la gota de agua que sale de la leña verde cuando se quema, la cual gota es claríssima y algo açul muy claro. Esta piedra, siendo labrada como las navajas, resplandece de noche. Es esta piedra preciosíssima. Hállase en las mismas minas donde se sacan las piedras de las navajas, pero parecen raramente, y guárdanlas mucho. Son de gran virtud, más que la esmeralda. Yo tengo experiencia de la virtud y hermosura de esta piedra.
Hay unas piedras negras que se llaman téutetl. Tienen aparencia de açavache. Son raras, y tienen un negro muy fino sin mezcla de ningún otro color, el cual negro y su fineza y su pureza no se halla en ningún otra piedra. No carece de mucha virtud, aunque yo no tengo esperiencia de ella.
Hay también unas piedras que se llaman éztetl, que quiere dezir "piedra de sangre". Es piedra parda y sembrada de muchas gutitas de colorado, como de sangre, y otras vertecitas entre las coloradas. Esta piedra tiene virtud de restañar la sangre que sale de las narizes. Yo tengo experiencia de la virtud de esta piedra, porque tengo una tan grande como un puño, o poco menos, tosca como la quebraron de la roca, lo cual en este año de mil y quinientos y setenta y seis, en esta pestilencia ha dado la vida a muchos que se les salía la sangre y la vida por las narizes. Y tomándola en la mano, y teniéndola algún rato apoñada, cessava de salir la sangre y sanavan de esta enfermedad de que han muerto y mueren muchos en toda esta Nueva España. De esto hay muchos testigos en este pueblo del Tlatilulco de Sanctiago.
Párrapho quinto: de las piedras de que se hazen los espejos, y otras piedras baxas
Hay en esta tierra piedras de que se hazen espejos. Hay venas de estas piedras y minas de donde se sacan. Unas de estas piedras son blancas y de ellas se hazen buenos espejos. Llámanse estos espejos "palancianos espejos de señoras y señores". Tienen muy bien metal. Hazen la cara muy al proprio. Cuando están en piedra parecen pedaços de metal. Cuando los labran y pulen son muy hermosos, muy lisos, sin raça ninguna; son preciosos. Hay otras piedras de este metal que son negras. Cuando las labran y pulen házense unos espejos de ellas que representan la cara muy al revés de lo que es. Hazen la cara grande y disforme, las cexas gruesas y largas, los labios gruessos y disformes, las narizes grandes y gruessas; ninguna cosa se representa al proprio. Labran estos espejos de muchas figuras: unos redondos, otros triangulados, otros de otras figuras. Véndense en los tiánquez, unos grandes, otros medianos, otros pequeños.
Hay en esta tierra pedernales muy buenos y de muchas maneras en su facción, y de muchas colores, como en la letra se explica muy por menudo. Aprovechávanse de ellos antiguamente para hazer casquitos de saetas y cuchillos para abrir los pechos a los que sacrificavan; agora ya no aprovechan de otra cosa sino para los arcabuces y para sacar fuego con eslabón. De ellos todavía los usan para casquillos de las saetas.
Hay una manera de pedernales verdes que se llaman xoxouhquitécpatl. Tiran a chalchihuites. Los lapidarios llámanlos tecélic, porque son blandos de labrar. Tienen unas pintas de açul claro.
A las piedras labradas y curiosas que traen atadas a las muñecas, ora sean de cristal o de otras piedras preciosas, llámanlas chopílotl, el cual vocablo se puede aplicar [a] cualquiera piedra curiosamente labrada o hermosa, que lo llaman chopilótic.
Hay unas pedrezuelas blancas, muy blancas, que tienen algunas vetas o raças de otras colores. Llámanlas tepuchtli.
Hay en esta tierra piedra mármor, y llámanle aitztli. Es la manera del mármor de España.
Hay unas piedras preciosas que se llaman uitzitzíltetl, que quiere dezir "piedra que parece al cinçón". Esta es piedra pequeñuela y blanca, pero la luz házela parecer de diversos colores, como también haze parecer de diversos colores a la pluma del cinçón. Parece de diversos colores esta piedra según la diversidad de la luz que le da. Está esto esplicado bien en la letra. Tiene hechura como de hurmiga. Hállase esta piedra a las orillas de la mar, entre la arena, y también se halla en un río que corre por la tierra de Totocacapan. Venla de noche porque resplandece a la manera de luciérnaga o como una candelita pequeña que está ardiendo, y de lexos no parece sino luciérnaga. Y conocen ser la piedra dicha en que está queda aquella luz y no se mueve. Es rara y preciosa. No la usan sino lo señores. Es trasparente o a lo menos de la color de una perla muy fina.
Hay en esta tierra muchas maneras de conchas de que usan estos naturales por cosa preciosa. Llámanlas atzcalli. Son de diversas maneras y de diversos colores. Son de pescados mariscos que en ellas se crían. Hay unas coloradas, otras blancas, otras amarillas, otras de diversos colores; a éstas llaman quetzalatzcalli o chalchiuhatzcalli. Esta diversidad de colores tiénenlas por de dentro, que parecen unos esmaltes muy ricos, y el aspecto de la luz los varía en diversas formas. Algunos llaman a estas conchas uitzitzilatzcalli. Otras de estas conchas son bermejas por de fuera, como bermellón. De todas éstas usan para adornarse en los areitos y tiénenlas en mucho. Llámanse todas estas conchas tapachtli.
Este vocablo atzcalli se toma por todos los mariscos o sus conchas, como son tecuciztli, que son caracoles grandes mariscos; también los que llaman chipolli, y otros que llaman cilli, que son caracolitos pequeñitos preciosos; también las abaneras que llaman tapachtli, y otros caracoles que llaman tecuciztli.
Los caracoles mariscos son blancos. Unos son grandes, otros son pequeños; todos ellos son enroscados. Son preciosos y táñense como corneta o trompeta.
Los caracoles unos son colorados finos, otros colorados blanquecinos, otros morados.
De las avaneras o conchas mariscas un[as] son amarillas claras, otras más amarillas.
Las conchas de ostras o ostias, donde se haze las perlas, por de fuera son toscas y de ninguna aparencia, y de color pardillo, como hueso podrido, pero de dentro son lisas, vedriadas, y muy lindas, como esmaltadas de todas colores: de color colorada y amarilla y azul, color de carmesí, y verde claro, y morado, y de todas otras colores; y parece el arco del cielo de diversas colores.
El caracolito que se llama cili es muy liso y muy blanco.
El caracolito que se llama culcili es leonado y de diversas colores, pintado a manera de codorniz.
Otros caracoles que se llaman chipoli son grandecillos. Son muy blancos y de muy bien parecer.